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Los comportamientos externos reflejan necesidades internas
Imagina que tu hijo es una planta: sus comportamientos son las hojas y sus necesidades son las raíces. No podemos ver las raíces que están debajo de la tierra, pero sí podemos ver las hojas, y esas hojas nos dan mucha información e inferencias de cómo pudieran estar las raíces.
Cuando una planta se ve fuerte, verde y floreciendo, podemos suponer que todo va bien con sus raíces. De la misma manera, cuando un niño se comporta de manera adecuada, es porque sus necesidades están satisfechas.
¿Pero qué pasa cuando una planta tiene hojas secas o marchitas? Hay algo que esa planta necesita y que no está obteniendo, y sus hojas lo reflejan. Así también, cuando nuestros hijos tienen necesidades insatisfechas, sus comportamientos nos las comunican.
Si pretendiéramos curar la planta marchita arrancando esas hojas secas para que solo se vean las hojas bonitas y verdes, nos estaríamos engañando a nosotros mismos y tarde o temprano más hojas se empezarían a marchitar. Esto mismo pasa cuando queremos “curar” a nuestros hijos de los golpes y las mordidas dándoles castigos, gritándoles, pegándoles o mordiéndolos “para que vean lo que se siente”.
Lo que una planta necesita para curarse es revisar sus necesidades de raíz, ¡y nuestros hijos también! Porque si nos quedamos en la superficie del comportamiento, nunca vamos a ayudarles a satisfacer las necesidades que tienen en realidad.
Yo lo que veo en asesoría una y otra vez es que la principal necesidad que tienen los niños que presentan comportamientos disruptivos es una necesidad de conexión.
Hoy te invito…
Cuando tu hijo presente un comportamiento inadecuado, evita tomártelo personal, castigar o regañar, y mejor pregúntate dos cosas:
¿Qué necesidad está tratando de comunicarme?
(Hambre, sueño, inseguridad, necesidad de conexión, búsqueda de poder de decisión…)¿Cómo puedo enseñarle a expresarlo adecuadamente?
(Ponerle palabras a sus emociones, pedirle que intente decirlo de una manera más adecuada, enseñarle a esperar su turno, modelar con tu cuerpo lo que esperas que haga…)
Y enfócate en enseñar y practicar la habilidad que necesita para lograrlo, desde la conexión.
Recuerda que el cerebro necesita repetir una misma experiencia para construir nuevos aprendizajes, así como tuvimos que hacer trazos una y otra vez para lograr escribir nuestro nombre. Tal vez no lo logrará a la primera, pero con práctica y constancia verás que sí.
Te recomiendo…
Trabajar en tu autorregulación si estos comportamientos te cuestan especial trabajo o son un detonante emocional para ti.
Porque para enseñarle a nuestros hijos a regular sus emociones, necesitamos primero aprender a hacerlo nosotros.
Puedes aprender a regular tus emociones y co-regular las de tus hijos en mi curso “Inteligencia Emocional”. Dando click en la imagen encontrarás más información:
Chiste de la semana
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Un abrazo,
Annie